martes, 2 de noviembre de 2010

Descubriendo a los colonos.

Hace ya algún tiempo, el día de la Hispanidad, hice una entrada en la que hablaba de la fecha y de mis sentimientos como español cuando harían unos 5 días que residía en la península.
Recuerdo que en ese momento, por ciertas actitudes, razonaba acerca de si, aquellos que nos "descubrieron" (aunque parezca mentira, existíamos antes) eran en verdad civilizados y nosotros en realidad indios. Hoy me gustaría profundizar en el tema.

Primero, es necesario aclarar ciertos términos. Eso del descubrimiento, el término indígena, colono, civilización... son conceptos que hemos asumido y por tanto no nos paramos a pensar. Pero en el día de hoy, ya en el S. XXI, sin tantos prejuicios religiosos (al menos no tan en la escena pública, ahora se limitan a subyacer) y sociales, hay que aclarar ciertos matices.
Así, si hablamos de descubrimiento, se debe hablar de ambos frentes. Colón planteó su viaje para encontrar una ruta más corta hacia la India y acabó recalando en las Indias. Por ello, tamaña fue su sorpresa al contactar con la civilización local. Sin embargo, ¿acaso no fue igualmente sorprendente para los locales el descubrir esa nueva civilización? Montaban sobre caballos, portaban armas y relucientes armaduras. Y apuntaban con el prejuicio, haciendo quemar la pólvora de la desconfianza antes de tiempo. Hubo un descubrimiento mutuo. Pero lo que hoy habría sido una "alianza intercultural" se convirtió en la mayor crisis de valores que ha sufrido la cristiandad.
El Evangelio se suponía universal. Las enseñanzas de Dios eran innatas y se encontraban en todos los hombres. ¿A qué maravillosa conclusión se llegó entonces, al descubrir que aquella sociedad desconocía la religión cristiana, por la que tanta sangre se había derramado en la Reconquista? Al inteligente razonamiento de que éramos animales. Y dado que ojos que no ven corazón que no siente, se limitaron a destrozar una sociedad que se había forjado durante siglos. El concepto indígena sirvió como venda. Los estereotipos acerca de sus costumbres hicieron el resto. "Si realizan sacrificios", "si van desnudos", "si no conocen a Dios". La mecha estaba encendida.

El problema fue la uniformidad que pretendía la cristiandad. El no entender que había algo más allá, no sólo en el eslogan "Plus Ultra". América no era sólo un continente más, con su oro y sus personas-animales. América era rica en cultura. Si bien había ciertas cosas que los europeos no podían entender y por tanto tildaban de maléficas, no eran más que eso: costumbres no entendidas.

Aún así, la que por entonces era la civilización más destacada llegó a Sudamérica. ¿Hubo cosas buenas? Pues... es difícil pensarlo. ¿Es bueno sacrificar las costumbres de un pueblo, su cultura, para una globalización? Tiene sus puntos buenos y malos. El problema es que en mi tierra esto se hizo mediante el expolio humano y material. No hubo un intercambio. Hubo un robo general y un derramamiento de sangre. Las cosas no se hicieron bien, por muchas vueltas que le demos al tema. Suerte que con el paso del tiempo, algunos se dieron cuenta de que teníamos derechos.

Pero todo fue en vano. Todo tarde, todo mal, todo insuficiente... si sólo pudiéramos revivir un pedacito de aquellas culturas milenarias...


                                                El epílogo de una cultura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario