jueves, 9 de diciembre de 2010

Cine para la tolerancia: La Lista de Schindler.

En esta pequeña serie de entradas, trataré ciertas películas que me han impactado en este periplo en tierras ajenas, y en ocasiones, baldías en lo que a respeto e integración se entiende.




Película: La Lista de Schindler.
Director: Steven Spielberg.
Año: 1993
Protagonistas: Liam Neeson, Ben Kingsley y Ralph Fiennes

  • Como muchos conoceréis, pues es una película que goza del prestigio del que pueden gozar aquellas de culto y de una magnificencia anonadante, (fruto de un aprovechamiento óptimo de un presupuesto de gran calibre) es una película autobiográfica que narra la historia de Oskar Schindler (Liam Neeson), salvador de un millar de judíos polacos en pleno Holocausto. Para ello, se valdrá de empresas de manufactura, lo que le permitirá librar de las matanzas y maltrato que se producían en centros de concentración a los judíos. Ayudado por un contable judío, Itzhak Stern (Ben Kingsley), tendrá que lidiar con la maquinaria nazi, y en especial, con el sanguinario oficial de las SS Arnon Leopold Goeth (Ralph Fiennes).
  • Llama la atención de esta película su tratamiento artístico. La fotografía es increíble, y su rodaje en blanco y negro (exceptuando ciertos detalles, véase "la niña de rojo") no hace más que acrecentar la atmósfera opresiva y resaltar la suciedad, tanto manifiesta como moral, que se sucedió en aquel Holocausto y en una sucia guerra en la que, antes que ganar, todos perdieron.
  •  Pero lo que es realmente sorprendente es que, a pesar de ser una película "grande" (y con esto me refiero a que la cantidad de subtramas, personajes y demás son abundantes), resalta en especial la evolución del personaje principal, Oskar Schindler.
  • Comienza simplemente siendo un empresario que, aprovechándose de la economía de guerra, busca enriquecerse gracias a la provisión de mano de obra barata que propiciaba el apresamiento de judíos. Pero conforme el filme avanza, vemos como las matanzas, el hambre y la desesperación afectan a sus empleados. Lejos de ser como el típico jefe actual, Oskar se hace consciente de la situación, en parte gracias a su contable Itzhak y busca, no ya la riqueza, si no la salvación de todos y cada uno de los judíos que estén en sus manos.
  • Y para ello sacrifica lo más importante para él: su prestigio y riqueza. Así, pasa de ser un arrogante empresario a convertirse en el clavo ardiendo de ese millar de judíos que tenía empleados.
  • Me interesa de esta película el hecho de que, si todos dejáramos de valorar un poco lo material y nos centráramos más en el valor de un abrazo sincero, de una sonrisa de verdad, tanto a nosotros como a todo el mundo nos iría mejor. Y es que, ¿qué importa sacrificar algo material, cuando de todas maneras gastamos dinero para ganar algo en lo espiritual?

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