miércoles, 22 de diciembre de 2010

It's not the end. It's just the beginning.

"No recuerdo adónde fui, ni cómo. Recuerdo bien el paisaje, los olores, los sonidos, pero soy incapaz de recordar el nombre de los lugares. Tampoco recuerdo el itinerario (...). Dormía profundamente en cualquier lugar apartado del paso de los transeúntes, sin importarme donde (...). Vagaba sin rumbo de un pueblo a otro. El mundo estaba lleno de cosas enigmáticas y de personas extrañas (...). El espejo me devolvía una imagen desalentadora (...). Pronto la marea se retiraba y me dejaba solo en la playa, impotente, sin un lugar adonde ir, con la tristeza envolviéndome como un manto de tinieblas. Solía llorar en esos momentos (...). Es una realidad. Mientras vivimos, vamos criando la muerte al mismo tiempo. Pero ésta es sólo una parte de la verdad que debemos conocer." Haruki Murakami, fragmento de Tokio Blues (Norwegian Wood).



  • Me gustaría que esto no hubiera sido así. Que este blog hubiera cumplido su propósito, ser una fuente de sabiduría para ese inmigrante desamparado, que llega a una tierra que no es la suya, con nombres, olores y sabores desconocidos. Con tanto por descubrir y tanto por temer.
  • Pero la verdad no siempre es bonita, únicamente es verdad. Y puede doler o enaltecerte. En mi caso, me ha enseñado una lección.
  • Y esta es que no puedes cargarte con más de lo puedes soportar. Hace poco, la fiebre me lo enseñó. Ahora es el cansancio emocional.
  • Devoré hace poco una clase de Sociología, en la cual hablaban del Síndrome de Ulises. Y todo esto ya ha llegado demasiado lejos.
  • He olvidado la cara de mi familia, no puedo dormir, soy un ser automático con unas rutinas que ni elegí ni supe soportar.
  • Pero no hay que tomar esto como un fin, sino como un principio, como una oportunidad. Llevaba unos días sin salir de mi habitación, sin querer mirar a nadie. Pensando en como regresar a mi país, en como rendirme. Ayer envié todos mis ahorros para allá, unos 130 euros.
  • Salí por la Plaza Mayor, para despedirme de Madrid, y me encontré con una familia de ecuatorianos. Sus ropas, totalmente desvencijadas. No acarreaban bolsas repletas de regalos, pero sus sonrisas eran tan limpias, tan sinceras. Las luces relucían en sus ojos, y los niños se afanaban en intentar cogerlas, acariciando únicamente el aire. Me acerqué un poco a ellos, lo justo como para escuchar murmurar algo a la madre, una frase que acababa con dinero mientras se derrumbaba y se ponía a llorar en el hombro de aquel que parecía su marido. Se reflejó el miedo en sus ojos, pero dedicó a sus hijos la más tierna sonrisa, la más delicada caricia mientras las lágrimas se deslizaban por su abrigo.
  • A su lado, una familia bien de españoles. Se afanaban en discutir, mientras hacían sujetar a sus hijos las bolsas del corte inglés, repletas de esa ilusión material que denominan "Navidad" por aquí.
  • Esto me hizo ver algo. ¿Qué es más importante? ¿Esas bolsas, o el saber a quienes tienes a tu alrededor para luchar? Evidentemente, saber que puedes contar con alguien.
  • Yo, por ahora, voy a esforzarme lo suficiente por soltar esas bolsas, por poder centarme en el abrazo. Dejo la carrera, pero me quedo en España. Voy a trabajar, a ganar dinero, pero sin perder de vista Ítaca. Algún día seré ese enfermero que esperaban de mí. Seré aquel que mi madre deseó que no tuviera cicatrices en las manos de arrancar hierbajos. De arar el campo de atrás.
  • Quiero ayudar, quiero ser útil, quiero dar todo el cariño que he recibido. Porque no os engañéis, esta sociedad no es tan mala como la pintan. Guardad la capacidad crítica y la humildad, la fortaleza que nos enseñaron de allá. Y todo vendrá. Pues el karma es así, mientras te comportes bien, todo lo bueno llegará con el tiempo.
  • Y si el temporal os arrecia, hacedle frente. Que no os traicionen las fuerzas ni la desesperanza.
  • Y mamá, esto no es una derrota. Es simplemente hacerme más fuerte.
  • Que todo vaya bien, que todo siga su curso. Esta noche de lluvia, las maletas esperan en la puerta. Y mañana sólo Dios dirá. Cuando pueda permitirme otro ordenador, actualizaré este blog. Y cuando necesitéis algo, no dudéis en llamar.
  • Pero llamad en cualquier parada de metro. En cualquier esquina. En cualquier callejón. Pues la unión hace la fuerza. Y todos supervivientes, todos en el tránsito, seguiremos juntos.
  • ÁNIMO.

                                                 NUNCA ACEPTÉIS LA DERROTA COMO POSIBILIDAD

No hay comentarios:

Publicar un comentario