¿Qué tal se encuentran?
Hoy es el día de la fiesta nacional, y por tanto, día festivo. Parece que lo conmemorado es el descubrimiento de América por parte de Cristobal Colón, allá por la misma fecha en 1492. En realidad, es mi día del bautismo en la hispanidad. Es muy complejo sentirse español cuando has pasado toda tu vida en un país lejano, en el que lo que escuchas de España es semejante a como se describiría el Paraíso a los primeros cristianos. El hogar del fútbol, de las oportunidades, del trabajo. Recuerdo cuando el amigo con el que resido actualmente, aquel que me recibió, me llamaba hasta Venezuela y me relataba todo esto. Apenas hará un año, no me hago a la idea de como la situación ha podido cambiar tan drásticamente. Es más, a poco de llegar hubo una huelga general. La bienvenida en los periódicos fue semejante a un ''prohibido pasar''. Parece que la situación española se estaba derrumbando, o eso, o que mi querido compañero de piso se limitó a mentirme. Independientemente de eso, me gustaría referirme en esta entrada únicamente al día de la Hispanidad y a lo que representa, de momento, para mí.
Día de la Hispanidad en 2008. Irónicamente, este año mi país ha "plantado" a España
Hablaba más arriba de la complejidad de sentirse español, parte de este todo que supone la cultura española, ni siquiera hablo de la europea, a la que se encuentra fuertemente vinculada por la pertenencia a la UE. Y esta complejidad reside también en la frialdad y la desconfianza que existe hacia aquellos que venimos de fuera. Si bien el otro día relataba el suceso de que la gente se aferra a su equipaje de mano cuando alguien se acerca, ayer me pasó algo muchísimo más curioso. El domingo, viajando en el metro a casa después de haber tomado algo con mis compañeros de piso, el vagón tenía ocupados todos sus asientos. Una pareja de hombres mayores, españoles, se encontraban sentados uno enfrente del otro. Al lado de la mujer había un joven español, de mi misma edad. La mujer hablaba de manera distendida con el marido, apenas prestando atención a su bolso. Al llegar la siguiente parada, el joven se bajó y aproveché para sentarme al lado de la señora. Como si un sónar me hubiera detectado desde el cerebro de aquella mujer, se aferró a su bolso, aguantó la respiración y lanzó una mirada de puro terror a su marido. Este, con gesto orgulloso, se levantó de su sitio y se lo cambió a la que supongo sería su esposa. Durante TODO el viaje, unos ojos penetraron mis sienes.
Y es así como me hicieron sentir como si fuera un delincuente. ¿Por qué con el joven español no ocurrió nada? ¿Qué está podrido en este sistema?
Porque yo sólo he venido aquí a estudiar, luego me marcho y más si causo tanta molestia.
No entiendo por qué el otro día a un grupo de gente se les cayó unos papeles y nadie se paró a ayudarles. Incluso una madre agarró el brazo de su hijo fuertemente para evitar que este ayudara. ''Cuidado'' le dijo, ''a ver si te van a raptar''.
Recuerdo que en mi pueblito, cuando veías a alguien acarrear mucho peso, o en problemas, o le faltaba sustento, le invitabas a pasar a tu casa, a tomar un café o algo de la comida de aquel día.
Se supone que hace siglos, aquellos que llegaron a nuestras inhóspitas -por aquel entonces- tierras eran los civilizados, y nosotros, los indios. Pero, sinceramente, ahora no estoy tan seguro.
Cuéntenme, ¿qué tal llevan su Hispanidad?
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