miércoles, 20 de octubre de 2010

Entendiendo el Estado de Bienestar: De la sociedad de la información (primera parte)

Tal y como anuncié, inicio hoy mi nueva serie de entradas tituladas ''Entendiendo el Estado del Bienestar'' en las cuales trataré aquellos temas que nos pueden llamar la atención más intensamente de esta nueva sociedad. El título se refiere a una de las frases que más escucho últimamente por la radio en el contexto de las reformas económicas universales, en las que suele reiterarse lo siguiente: "Se realizarán recortes en [insértese el ámbito aquí], pero garantizaremos el Estado de Bienestar". Para situarnos, haré una definición breve del tema después de mirarlo un poquito. Así, entendemos Estado de Bienestar como la respuesta que existió por parte de las naciones capitalistas hacia la antigua URSS y su comunismo. Y bien, ¿en qué pilares se asienta actualmente? Eso es lo que intentaré explicaros (y explicarme yo a su vez) gracias a estos articulos.

DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN:

Provengo de una tierra humilde, de una aldea humilde (Bojó, Venezuela).Siempre estuve alejado de la capital, quitando un par de veces que la visité durante un tiempo: para examinarme la primera del bachillerato en las pruebas nacionales y la segunda para hacerlo de las pruebas de acceso a la universidad que llamáis por aquí. Sin embargo, cuando uno acudía a la capital, el impacto no era tan fuerte. El acento era el mismo, el nivel económico no variaba en exceso, únicamente el sector mayoritario (mi pueblo, primario; ciudad, terciario). La gente continuaba con una influencia rural, a lo que hay que añadir que la opinión predominante era la favorable a Chávez. Pero no quiero centrarme en política, como haré en otra entrega de esta serie. Quiero centrarme en el impacto de la metrópoli en un neonato de lo urbano. Y este era casi inexistente. Es decir, la arquitectura resultaba imponente, pero la gente continuaba resultando llana como he expuesto arriba. Pensaba que Madrid sería igual. Ingenuo de mí.
                              Caracas.
Toda mi vida la había pasado en mi pueblecito, apenas sin salir de mi casa. Noticias como el cambio climático, los premios Nobel, la elección de Obama eran cosas que llegaban de oídas o a través de un transistor que por lo general únicamente se inundaba por la voz del presidente, lo que provocaba que fuera apagado a los 5 minutos al distraernos del quehacer diario.

Nada más llegar a Madrid, ya en el aeropuerto, todo el mundo estaba conectado a algo. Aquel a su celular. El otro a su ordenador portátil. Monitores con señores hablando y surcados de titulares por doquier. Por radiofonía se informaba de los últimos vuelos, de las últimas noticias. Las tiendas de revistas, abundantes, mostraban un catálogo de titulares que pugnaban por integrarse en las retinas. Los primeros cinco minutos cruzando lo que se conoce como "duty-free" del aeropuerto (desde Venezuela partí de un aeropuerto que enlazaba con Caracas, por lo que no entré en el de la capital venezolana) fueron los más estresantes y desconcertantes de toda mi vida. No sabía a que atender. No sabía que escuchar. Si las barritas de chocolate tal sólo tienen un 5% de materia grasa o que los malos hábitos de transporte han provocado un aumento de la emisión de gases invernadero en un 15% en la última década. La sociedad española, como expuse en un inicio del blog, llama la atención por lo que parece impasividad: se muestra continuamente en movimiento, en continua preocupación por algo, en una actividad que se prolonga a lo largo del día. Y es algo que al principio no entendí, pero que acaba comprendiéndose. La sociedad es bombardeada continuamente por información. Uno tiene que moverse rápido. Uno no puede quedarse atrás. Rezagarse, disminuir el ritmo supone desengancharse de la sociedad. El paso rápido, evitar el cruce de miradas no es más que la metáfora del intento de ir por delante de uno mismo, de intentar adelantarse al futuro. De predecir las noticias.
                              Terminal 4
Esta dependencia de velocidad, esta necesidad de previsión, es una dinámica en la que es peligroso involucrarse. Es decir, la "sociedad" te hace pensar que eres un privilegiado si posees un ordenador con conexión a internet, un móvil con conexión a internet, si puedes escuchar la radio desde tu mp3, si lees el periódico. Te cree superior si te mueves más rápido. Si estás al día. Si no te pierdes una.
Pero, ¿y qué es esa sociedad entrecomillada? ¿No es acaso únicamente un modelo autoimpuesto -por nosotros mismos-? Nada más alejado de la realidad. Ya en el siglo pasado, el periodismo comenzó a conocerse como el cuarto poder. Se demostró que podía demolerse una empresa únicamente con mala publicidad acerca de las extravagancias de su jefe. Que si el presidente del gobierno mantenía relaciones sexuales con una ministra este debía denunciado y apartado del cargo convenientemente (veasé Clinton). Sin embargo, en ese momento no existía una verdadera red que permitiera lo que era la utopía supuesta por los que denominaremos jefes de la información (magnates que poseían radios, periódicos...): manejar a la población.

Hoy existe.

(continuará)

P.D.: Respecto a mi vida, por si os lo preguntábais, todo está adquiriendo cierto equilibrio. Hay cosillas que ya os contaré, pero nada importante. Continuaré en otro momento que tengo que prepararme para ir a trabajar.  ¡ Hasta luego, seguidme !

P.D2: ¿No os han hecho sentir inferiores ciertas conversaciones sobre temas de actualidad de los que ni os habíais percatado?

Foto prestada de: es.wikipedia.org/Caracas (Caracas) ; arqred.mx (T4) 

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